Francisco Hernández Marcos

El un post anterior hablé de Erich Fromm. Parece que gustó más que las hipotecas… Así que ahí va una segunda reflexión: Erich Fromm teorizó sobre el miedo que tenemos los individuos a ser nosotros mismos y a desarrollarnos como tales. Erich Fromm argumenta que las presiones sociales son tan significativas que preferimos adherirnos a grupos de referencia social para no tener que sufrir el doloroso camino de la verdad (interior: tener que pensar y decidir, y exterior: tener que disentir y convencer). Preferimos seguir dogmas y recibir cariño antes que seguir la razón y recibir feedback.

Pero una cosa es “teorizar” y otra “practicar”. El mismo Erich Fromm al final del libro confiesa que a lo largo de su vida vuelve a ser religioso (la religión es según él uno de los mayores ejemplos de “adhesión”, aunque también estarían los nacionalismos, las clases sociales, etc.) porque el entorno judío le daba un acogimiento personal del que no quería prescindir en momentos duros.

Ejemplos de “presión/dolor social” serían:

1. Los políticos que deciden disentir ligeramente de lo marcado por sus partidos. Y si no que se lo digan a Alberto Ruiz Gallardón, que a pesar de contar con un inmenso apoyo popular (si vives en Madrid, seas del partido que seas percibes que es alguien que trabaja y hace mucho) le han salido 2 oposiciones: la del PSOE y la de su propio partido.
2. Los gays y lesbianas, que simplemente por tratar de ser felices tal y como son parece que molestan a algunos.
3. Los que deciden no donar a sus universidades. En EEUU y el Reino Unido, cuando terminas tus estudios te “sugieren” que dones un dinero en agradecimiento. En realidad es una costumbre anual. A los que no donan (sean cuales sean sus razones) se les pone en la revista de antiguos alumnos como “menos de $1”, etc.
4. Los empresarios que deciden alejarse de los senderos políticos y son muchas veces forzados a reintegrarse. Por ejemplo algunos constructores.
5. Fernando Alonso, recuerdo que algunos medios de comunicación empezaron a hablar medio mal de él para forzarle a conceder entrevistas. Y hubo una cadena de radio que lo consiguió. Los periodistas utilizan mucho la técnica del palo y la zanahoria.

A mi me pasa cuando hablo de política. Mi valor fundamental en política (y en otras cosas) es la libertad. Si abogo por la libertad de los homosexuales para casarse me tachan de “rojo”. Si digo que las empresas deben ser libres para competir y que el estado y los sindicatos deben reducir significativamente su papel, pues entonces soy “neoliberal”. Si digo que las libertades de algunos castellano-parlantes en Cataluña están mermadas, pues soy “españolista”, pero cuando defiendo que no se puede ilegalizar un partido (Batasuna) porque los delitos los cometen personas, y no los partidos, pues entonces soy “vasquista” o vete a saber qué.