Leo con tristeza que John Kenneth Galbraith ha fallecido hace unas pocas horas, a los 97 años de edad. Pocos economistas sin premio Nobel han tenido tanta influencia como Galbraith. Entre sus muchos trabajos, a mi en particular me gustó mucho uno en el que demostró que los ejecutivos de las grandes corporaciones de EEUU (con un accionariado fragmentado en manos de multitud de pequeños inversores) no tomaban decisiones para aumentar el beneficio o el valor de sus empresas –tal y como la teoría económica general asume- sino para aumentar la facturación, aunque se tengan pocos beneficios o se pierda dinero. ¿Por qué? Galbraith argumentaba que aumentar la facturación da más poder en forma de contratos a amigos, gastos de representación y otra serie de desviaciones turbias de dinero.
En España hay un ejemplo clarísimo de que lo que observó y demostró John Kenneth Galbraith hace décadas se cumple: El Grupo Ferrovial. A pesar de su tamaño, Ferrovial es propiedad en un porcentaje muy elevado de la familia fundadora, que también dirige el grupo. Si uno toma los ratios de beneficio, el valor en bolsa o cualquier otra variable indicativa de maximización de beneficios se da cuenta que son bastante mejores que los demás grupos constructores/servicios españoles, algunos de ellos con el doble de facturación y el triple de empleados, pero con un consejo de administración que controla sólo una pequeña parte de las acciones.
Las enseñanzas John Kenneth Galbraith me sirvieron para reforzar mi optimismo emprendedor, si las grandes corporaciones en su mayoría toman decisiones de esa forma, pues entonces hay muchísimas más oportunidades para pequeños emprendedores que se desviven por servir realmente a sus clientes frente a grandes competidores que no lo hacen tanto, aunque lo parezca.
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