Anoche vi durante unos minutos el programa «Diario de la noche» de Telemadrid. El presentador del programa, Hermann Tertsch (con el que por cierto había coincidido -aunque no tengo el gusto de conocerle- unas horas antes en la embajada británica en Madrid, a la que acudí con motivo del cocktail de Navidad) entrevistaba al director de Internacional del diario El País, cuyo nombre no recuerdo, pero me causó una gran impresión también.
La conversación entre ambos fue realmente interesante y sincera, y me encantó que se mostrase que lo que ocurre en Grecia no es obra de un grupo de fanáticos de extrema izquierda, sino una protesta generalizada de clases medias y bajas que ya no aguantan más.
Un dato importante que aportaron a la conversación: existe un informe que demuestra que el alrededor del 20% de los diputados griegos habidos desde la democracia pertenecen a un pequeño grupo de familias.
Ejemplos:
El actual primer ministro, Kostas Karamanlis, es sobrino de un anterior presidente, Constantinos Karamanlis.
El líder de la oposición George Papandreu, es hijo del exprimer ministro griego Andreas Papandreu, a su vez hijo del fundador del partido socialista Griego y exprimer ministro Georgios Papandreu.
El líder del partido «Nueva democracia» es Kyriakos Mitsotak, hijo del exprimer ministro, Constantino Mitsotakis, cuyos padre y abuelos eran diputados, y su tío, Eleftherios Venizelos, también fue primer ministro de Grecia.
Grecia es un caso un poco extremo de nepotismo y endogamia en el seno de una democracia, pero tenemos ejemplos en otros países, por ejemplo en -ni más ni menos- los EEUU.
Hay que reformar el concepto de democracia y ampliar la voz y voto de los ciudadanos para evitar este tipo de problemas.
Fracisco, tenemos pendiente hablar de la democracia 😉
Por supuesto
🙂
En lo referente a «los apellidos» y con las salvedades propias de cada país, creo que lo que cuentas está un poco en línea con mi apreciación en «Heráldica Electoral».
Creo que algunos están errando en la explicación de los motivos de la protesta. El hecho de que la democracia griega sea prácticamente «cosa de familia» sólo explica el por qué de que los anarquistas tengan tanta fuerza en la sociedad griega, y cada vez más, pero no es suficiente para explicar el hartazgo de la población. Si las clases bajas y medias de Grecia vivieran bien, o estuvieran convencidas de vivir bien, les daría igual quién esté en el poder, o al menos no les importaría tanto como para liar la que están liando.
El principal motivo de la protesta no es que la gente esté harta de que dos familias se disputen los cargos más altos de la democracia: es que la gente está harta de la democracia en sí misma, o mejor dicho, de la democracia capitalista. La gente está harta de trabajar ocho horas diarias (con suerte), de abandonar su juventud con estudios que luego puede que no le sirvan para nada excepto si abandonan Grecia, de cobrar sueldos tan bajos que en algunos casos no permiten ni tener hijos, del paro, y de que los políticos lo único que hagan sea seguir empeorando la situación para tener contentos a los amigos banqueros y empresarios, como sucede con la fracasada directiva de las 65 horas semanales o con el plan Bolonia (que, por cierto, sólo en Grecia ha sido abolido).
Un periódico que no recuerdo calificó al pueblo griego como «la sociedad más pesimista de Europa». Yo diría más bien la más realista, porque están empezando a ser conscientes de que necesitan un cambio y éste no será posible en el marco del capitalismo y la democracia en el que viven y vivimos.