En 2003 pasé una de las noches más extrañas de toda mi vida. En plena resaca del SARS, estaba en un hotel de 4 estrellas (quizá 5 estrellas, pero no lo recuerdo con exactitud) de Pekín junto con un grupo de amigos de la London Business School. Habíamos viajado a China (Pekín y Shanghái) para hacer turismo y para contactar con algunas empresas y empresarios chinos. Fue un viaje muy interesante, sobre todo porque nuestros compañeros chinos de Londres nos mostraron algo más que lo que se suele ver cuando uno va de turista a China.
El hotel estaba muy bien, y era bastante barato. No recuerdo el precio, pero serían unos 30-50 dólares por noche. Una ganga sólo explicable por la crisis de turistas que pasaba China debido al brote de SARS. El hotel tenía todo tipo de comodidades, y estaba en la zona «buena» de la ciudad pero… una amiga israelí, un amigo californiano y yo decidimos que aquello se parecía demasiado a un hotel de toda la vida, y que «molaba más» ir a un barrio modesto, a un hotel para Chinos, no para turistas. Así que cogimos nuestros bártulos y nos fuimos al otro lado de la ciudad a buscar algo.
Y lo encontramos. Encontramos un hotel de barrio más que modesto, yo diría que bien chungo: paredes descorchadas, toallas agujereadas, chancletas de ducha descoloridas del uso, olorcito a humedad, ruidos extraños, etc. etc. Tras asentarnos (es decir, tirar la maleta al suelo y ver el panorama), decidimos dar una vuelta al barrio.
No había más que chinos. La probabilidad de encontrarnos un turista occidental aquella noche era 0.0%. A la vuelta del paseo entré a un servicio público semi abandonado (no cuento detalles gráficos) y me encontré a 2 chinos dándole una paliza a otro chino que tenía pinta de ser un comerciante de la zona que no pagaba por «protección». Mi entrada a los servicios con la mano en la cremallera de la bragueta ya bajándomela fue algo que no olvidaré ni yo, ni ellos. A punto estuvimos de liarnos a palos del susto que nos dimos los unos y los otros, y de lo violento de la situación. Tras el incidente, mis 2 amigos y yo logramos encontrar una comisaría de policía, pero estaba cerrada.
Pero lo que yo quería contar es lo que pasó a la ida. Tras recorrer calles y calles de casas bajas (chabolas diría yo), entrar en algún comercio (donde los dependientes dormían en el suelo, y había que despertarles para que te atendieran), llegamos a un locutorio. Por fin logramos un sitio donde poder conectarnos a Internet y mandar emails a casa!
El ciber-café era muy grande. Era como una especie de supermercado Día lleno de ordenadores. Todo el mundo nos miraba, por lo extraño que resultaría ver a extranjeros por aquella zona. Pero el que estaba realmente extrañado era yo. No podía entender cómo era posible que un barrio tan pobre como aquel, un día entre semana, hubiera 200 personas jugando a videojuegos en red. No lo entendía. ¿Como se le pueden echar tantas horas a una actividad de ocio cuando lo imperioso es ganarse el pan? También me sorprendió que la gente jugara y pareciera no divertirse, jugaban videojuegos, pero parecía que estuvieran en la oficina.
Aquella duda me acompañó un par de años. Un día, echando un vistazo a The Economist, leí que había juegos en red en los que usuarios pobres, generalmente asiáticos, se pasaban jugando unas horas, y cuando ya estaban en un nivel avanzado, vendían su nombre de usuario y contraseña a jugadores «ricos», generalmente de EEUU por unos 100-200 dólares USA. Los primeros se ganan la vida, y los segundos ahorran su tiempo al no tener que jugar partes del videojuego que no les motivan ni la disfrutan.
Ahora lo entendía. Por fin me cuadró aqullo tan extraño que vi una noche en Pekín. 🙂
Hoy, en el diario El País, aparece una noticia sobre un jugador Chino que ha logrado vender su perfil en World of Warcraft por casi 3000 euros.
[…] Originally posted here: Outsourcing de ocio hacia China. | Francisco Hernández-Marcos (es) […]
¡Menuda experiencia fuera de la «burbuja turística», muchacho!
En cuanto a la actividad económica que comentas, pues… una muestra más de «deslocalización».
Que increible en realidad jamás imagine que algo así feura posible pero si lo mencionas pues no estaria de más verdad, todos pueden encontrar como hacer dinero solo será de utilizar el ingenio para producir dinero de la manera en la que muchos nisiquiera llegamos a imaginar.
menuda historia. menos mal que no te paso nada. A veces también me he salido de las rutas normales y me he tenido que volver cagadito de miedo.
Lo de vender perfiles mola. Pero lo de perfiles de juegos nunca lo había oído… será porque no juego casi nunca jejejje
Francisco, imagino que el barrio al que te refieres son los Hutongs, si no es así, te recomiendo que vuelvas por Pekín, porque ha cambiado mucho. Además es muy seguro.
El que compre esos perfiles, me da que debe de ser alguien caprichoso e inconsciente, porque pagará con tarjeta de crédito y las pasarelas de pago que utilice serán de todo menos seguras.
Saludos,
Enrique