Si uno quiere comprar una lavadora, puede hacerlo de lunes a sábado, de 9 de la mañana a 10 de la noche en multitud de tiendas y centros comerciales. En ciertas ocasiones, incluso hasta los domingos.
En cambio, si uno quiere una hipoteca o una refinanciación en un banco o caja de ahorros, el horario es más restringido, y si además estamos en fiestas patronales (como ahora en Madrid), el horario es de 9 a 12:30. Muchos funcionarios pagarían por tener el horario de los empleados bancarios.
¿De que sirve tener oficinas en cada esquina si están cerradas a las horas en las que los mortales pueden acudir a ellas?
¿No sería mejor tener centros financieros más grandes, en menor cantidad, y con horarios más amplios?
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