Los temas relativos a la inmigración me interesan especialmente. Mis 4 abuelos fueron inmigrantes (Cáceres (2), Salamanca y Guadalajara) y mi madre también. Yo mismo fui “inmigrante” en UK y EEUU, al menos temporalmente (la diferencia es que yo he sido “emigrante rico” mientras que mis abuelos y mi madre fueron “emigrantes por necesidad”). Por esa razón y por convicción he colaborado y sigo colaborando con temas de ayuda a inmigrantes (microcréditos, clases de informática, etc.)
Para mí la inmigración es uno de los fenómenos sociales con mayor impacto positivo tanto a nivel social como económico, así como a nivel humano también. A nivel social se produce un intercambio de usos y costumbres que beneficia a ambas partes por una razón muy sencilla: al final se adoptan los usos y costumbres más beneficiosos, y se abandonan los menos beneficiosos. Las personas a caballo entre 2 culturas tienen tendencia a analizar cada una de ellas y a adoptar el híbrido que más sentido tiene. Así por ejemplo una familia anglosajona en un país musulmán (o viceversa) tiene tendencia a adoptar la famosa meritocracia calvinista, así como la menos famosa actitud de ayuda al más débil característica de la cultura musulmana. Todos ganan.
Además, ese contagio social positivo se exporta a los países de origen mediante el contacto con familiares y amigos. Por ejemplo los franceses de origen marroquí que pasan el verano en Marruecos pueden hablar de las virtudes de la democracia, y no es lo mismo que te lo diga “uno de los tuyos” a un “francés de toda la vida”. También hay un efecto de propagación positiva mediante contacto con los vecinos o compañeros de trabajo no inmigrantes, por ejemplo la cultura del “trabajo duro” china puede ser valorada e incluso adoptada por un vecino nativo del barrio de Usera.
A nivel económico, los efectos son muy significativos también. Hay países cuya principal fuente de riqueza son las remesas de dinero enviadas por los emigrantes. Y por otro lado, en los países de destino los inmigrantes suelen comenzar ocupando puestos de trabajo que nadie quiere, y presionan los salarios a la baja, conteniendo la inflación. Asimismo se suele observar un aumento de la competitividad académica en escuelas y universidades, 2 ejemplos muy significativos son la comunidad india en el Reino Unido (en muchas ocasiones los mejores estudiantes nacionales son de origen indio) o la comunidad asiática en los EEUU.
Por último, creo que a nivel humano los inmigrantes nos enseñan lo diferente que es haber nacido en Madrid o en Barcelona, en vez de en Fez o Guayaquil. Un país con inmigrantes es un escaparate de los problemas del mundo; nos ayuda a entender mejor lo que pasa y a salir de nuestras burbujas primer-mundistas. Pasar la luna de miel en Santo Domingo no nos mostrará la realidad del país tan bien como tomar un café con una vecina dominicana de Madrid.
Todo esto me hace sentir que los inmigrantes son uno de los mayores activos que puede tener un país. La diversidad cultural tiene un valor enorme, y prueba de ello es que los países más avanzados del planeta poseen y cuidan la citada diversidad.
Pero para Celestino Corbacho, nuestro ministro de Inmigración parece que eso no es así. Haciendo gala de un pesudopopulismo de bajo calado intelectual y humano ha manifestado recientemente que se van a parar en seco las contrataciones en origen porque ya no se necesitan más inmigrantes. Parece como que haya que darle incluso las gracias por mantener a los que ya están aquí. Escuchándole parece que es una simple cuestión de números. Las palabras de Celestino Corbacho han sido criticadas por colectivos tan distintos como el PSOE (y además Mª Teresa Fdez de la Vega al parecer le ha reprendido con dureza en privado) o la conferencia episcopal.
No me gusta el fondo de toda esa clase de política de inmigración que parece gustar a Celestino Corbacho, pero menos aún la manera en que el ministro se expresa. Celestino Corbacho es muy contundente y un poco atosigado en sus formas, creando un clima malo porque en cierto modo invita a la radicalización. Un ejemplo: cuando accedió a su cargo, se pasó la primera semana repitiendo aquello de que “lo que no puede ser es que el último que llega dicte las normas”. Celestino Corbacho decía algo así como que los inmigrantes no nos pueden imponer su manera de hacer las cosas. Yo me pregunto ¿Cuándo un colectivo de inmigrantes ha querido imponer algo en España? Su partido (PSC) lo ha intentado en varias ocasiones, pero no recuerdo ningún colectivo de ecuatorianos, marroquíes, musulmanes o judíos queriendo cambiar la forma de vivir del españolito medio. Entonces, ¿a qué vienen esas declaraciones tan contundentes y en cierta forma alarmistas?
Simplemente no me gusta.
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