Francisco Hernández Marcos

Esta semana tuve la oportunidad de visitar el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) guiado por Mariano Barbacid, la persona que lo lanzó y que fue su presidente hasta hace muy poco tiempo. Semejante oportunidad fue posible gracias al Club de Harvard en España, que organizó un cocktail, una presentación, y la posterior visita guiada, y por supuesto gracias a la enorme amabilidad de Mariano Barbacid.

La visita fue realmente interesante, terminamos alrededor de las 11 de la noche, viendo laboratorios, sistemas de resonancia y tomografía, granjas de ratoncitos blancos, etc. etc.. Fue gratificante conocer que el CNIO está entre los centros de investigación oncológica más productivos de Europa, y eso es sólo el principio, puesto que el CNIO tiene apenas 12 años de vida y todavía queda mucho desarrollo por delante.

Una cosa que me gustó particularmente del CNIO es que es un centro de financiación mixta pública/privada y que, a pesar de depender de un ministerio (antiguamente de sanidad, y ahora de ciencia y tecnología) funciona de forma independiente de la “administración pública”, con las absurdas restricciones que ello suele llevar aparejado. Un ejemplo ilustrativo: si un investigador quiere venir a España a desarrollar su labor, en instituciones como el CSIC según tengo entendido tiene que sacarse una oposición que incluye un examen de español. En el CNIO no es necesario saber español, de hecho, el 80% de la última oleada de incorporaciones eran personas extranjeras. ¿Qué importa saber o no español en una disciplina que utiliza el inglés como lengua franca? Estamos hablando de curar el cáncer, no pongamos restricciones absurdas. Más “universalismo” por favor! 🙂

Más info:

CNIO en Wikipedia

Artículo El Confidencial: «El CNIO ficha al pionero en la creación de animales transgénicos«

Anoche estuve en RetroMadrid 2010, la feria de ordenadores clásicos organizada por la Asociación de Usuarios de Informática Clásica. Me enteré del evento gracias a Alejandro Valdezate, que es coorganizador/voluntario de la feria. La feria tuvo lugar en la Facultad de Informática de la Universidad Complutense de Madrid.

No se puede expresar con palabras la cara de los niños al jugar con ordenadores de hace 25 años, y la cara de sus padres al ver los ordenadores con los que ellos comenzarón a jugar… aún menos! Por allí había ordenadores de las marcas MSX, Atari, Sinclair, Commodore, etc. etc.

A mi se me encogió el corazón cuando visitando el museo de la facultad (3ª planta) descubrí en una vitrina el Sinclair ZX Spectrum 48K que hizo que me enamorase de los ordenadores (fue el primer ordenador que vi en mi vida, en la habitación del hijo de unos amigos de mis padres) y el Sinclair ZX Spectrum 48+, que fue nuestro primer ordenador (compartíamos mi hermano Miguel y yo). Ya estoy mirando en eBay para comprámelos. El primero siempre lo quise, y el segundo se lo llevaron unos cacos que entraron en casa.

1. Mi hermano Arturo está en Australia estudiando un postgrado en Marketing en UNSW. Mi madre -que no sabe manejar ni el video-  tiene un ordenador en el salón con webcam y Skype (videoconferencia). Cuando mi hermano llama desde Australia ella es capaz de aceptar la llamada y ver a mi hermano con la webcam. Mis padres hablan con mi hermano Arturo casi más que cuando él estaba en Madrid. Para ellos ver la cara de Arturo y escuchar su voz es muy importante: hace 3 años nos veían a los 3 hermanos con mucha frecuencia. Pero mi hermano Miguel falleció, Arturo se fue a las antípodas, y a mi me ven apenas los fines de semana (aunque también me conecto con ellos por Skype alguna vez entre semana 🙂 ).
2. Tengo un primohermano sordomudo. Durante 3 décadas no he sido capaz de mantener una conversación estructurada con él más allá del «pásame el pán»,  «te veo bien», y poco más. Yo no entiendo el lenguaje de signos y es complicado profundizar en conversaciones sin tener yo esa habilidad. Sin embargo, desde hace unos meses chateo con él de vez en cuando en Facebook, y tengo conversaciones! 🙂
3. Soy aficionado (a muerte!) a Ferrari desde que tenía 5 ó 6 años de edad. A los verdaderos aficionados a Ferrari nos casi-conmueve escuchar un motor Ferrari subiendo de vueltas. Quienes me conocen saben que soy capaz de distinguir el sonido de un Ferrari en la lejanía, e incluso de decir si es un V8 o un V12. Existe una aplicación para iPhone (Ferrari Sound) que te permite elegir modelo de Ferrari, ponerlo en marcha, subirlo de vueltas e incluso cambiar de marchas, escuchando esa maravillosa melodía de la que no me cansaré nunca, y manteniendo (porque no tengo uno de verdad) mi vínculo emocional con Ferrari, su historia y su mito.

Estas pequeñas historias son las que hacen de la tecnología algo tan interesante.